"Hace siete años, Rebecca y Scarlet fueron separadas.
Lo único que guardan la una de la otra son
dos flores: una rosa y un lirio.
Ninguna de las dos se ha marchitado en todo ese tiempo,
ni ha perdido pétalos ni color.
Lo que ninguna de las dos sospecha es que dentro de ellas se
esconde un poder terrorífico, capaz
de destruir el mundo con un solo gesto..."
esconde un poder terrorífico, capaz
de destruir el mundo con un solo gesto..."
Con una rosa en la mano, Rebecca miraba hacia el mar. Su cabello castaño se agitaba, haciendo formas indefinidas. En lo alto del acantilado, observaba con expresión nostálgica hacia ninguna parte, con sus ojos azules más oscuros de lo normal. Era una chica de unos quince años, de estatura media. Dio una vuelta a la rosa en su mano. Era roja, como le gustaban a Scarlet. Scarlet...al pensar en ella frunció el ceño y apretó sin querer la mano, haciéndose sangre. Miró su mano: cuatro caminos escarlata la cruzaban, pero a ella no parecía dolerle. Agitando la cabeza, volvió a la mansión.